MALOS TIEMPOS PARA LA LÍRICA

He estado un mes largo, ausente de mi vida como madre bloguera, un mes duro donde los hayas por varios asuntos personales. Pero si hay uno que me ha sido francamente difícil de lidiar, ese ha sido el relativo al monillo y su estado. Sí señores estado, estado que no se definir como rabietas,  enfados, rechazos, chantaje y pocas ganas de colaboración materno-filial.

Sí señores, he estado a puntido de ir al registro y decir eso de “Les devuelvo el título de madre”,  dimito, no puedo, me supera (ah  claro! que se creen, que no se tienen esas sensaciones, pues yo sí) y a punto he estado de sacar del baúl de los recuerdos los pantalones vaqueros de la juventud, entregarme a la vida loca de fines de semana interminables de vida social y disfrute. Pero entonces pasaba por su habitación, miraba a la fiera en su momento de sueño y   apaciguamiento, y volvía a mi cuerpo ese azúcar glaseado maternal, que vende a kilos mi amiga la rubia.

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