Confieso: fui fan del “duque”, debilidades que tiene una, pero aquí lo que cuenta es el título. Pues lo siento pero si que lo hay (el paraíso digo), y a veces con teta puede haber un infierno. Se de sobra que con este post me vais a echar lo perros encima, pero espero que se sepa leer con transparencia, sin cogerlo con pinzas y sin más fondo que el que tiene. Vaya por delante que estoy a favor de la lactancia materna y pienso que es lo mejor, lo más sano y lo más barato (y práctico al 100%), aunque siendo sincera, las lactancias prolongadas me cuesta asimilarlas, es decir no soy de la liga de la leche y ver a un niño de dos años, o más, pedir su chupito, pues me cuesta, pero es muy respetable.
Pero gente hoy toca romper una lanza en favor de la lactancia artificial. Sí señores, las madres que hemos criado con biberón no somos peores madres, ni tenemos menos vínculo con nuestros hijos, por no decir que en muchos casos hemos sido fruto de una lactancia materna frustrada. Y ahora no me sirve eso de: no hiciste bastante, no buscaste ayuda, no fuiste constante…. SI LO FUI Y SUFRÍ, utilicé mil pezoneras, sacaleches para estimular cada media hora, no salí de casa en 15 días (la logística lo impedía), pero aquello no funcionaba, la leche no subía o subió pero nadie la vio, lo que yo hubiera dado por una vez en mi vida tener dos buenos melones.
El Monillo escupía las pezoneras, se dormía durante el día y a la noche gritaba cual gremlin poseído pidiendo género, en consecuencia mi lactancia se convierto mixta (como los sándwiches, un poco de teta y mucho de bibe). Después de un mes y gracias a mi padre, mi sufrimiento terminó. Para la noche de reyes me regaló “la pastilla” y me dijo textualmente:” la relación alimenticia entre tu hijo y tu es una momento de tensión, dolor y sufrimiento, ¿tu crees que te compensa?”. Lloré por dentro durante dos días y mucho, porque me sentía una mala madre y porqué así me lo habían hecho creer durante los meses previos. Por supuesto, no tuve el valor de ir a las clases postparto hasta que mi amiga E. me acompañó, y cuando saque el bibe, vi esas miradas inquisidoras de la comadrona y toda sus seguidoras (como cuando se te ocurre sacar, en una reunión de trendy mothers, una madalena Martínez en bolsa de plástico, parecido) pues…BASTA YA!! Las cosas a veces no son como una las desea.
Este post pro-lactancia artificial es porque el otro día, en la sala de espera del pediatra, me vi reflejada en una madre y me recordó a mi hace 24 meses y he pensado, ojala pudiera decirle que no pasa nada, que es tan buena madre o más que la que estaba al lado suyo teteando con alegría y maestría, y que mirase al Monillo que esta fuerte y sano, que ha compartido momentos de intimidad biberonil con su madre y padre a partes iguales. (Sí, lo confieso, es una ventaja, la teta no se comparte)
A día de hoy el Monillo es un adicto al bibe (es genética paterna, hace poco he descubierto foto del gorila enganchado a una tenita y rondaba los 5 años), rollo no sin mi bibe, hasta el punto que si está en la cocina y sus ojos visionan el escurre -biberones pones los mimos ojos que Bob Marley ante una sembrada de maría.
Lo siento ,en mi caso no fue fácil y a pesar de haber guardado silencio como las hemorroides, he pensado que era hora de decirlo sin ánimos de ofender, sino de ayudar a aquellas madres que puedan estar pasando por un momento “lacto-frustrante” y relajarle diciendo, no pasa nada probaste y no pudo ser. Por cierto si tengo otro, como soy “pintxos” ose a del norte y cabezota, no descarto el volver a probar, todo sea por verme con escotazo!!