Según el calendario y el Corte Inglés hoy es el día del padre y como tal lo celebraré, es decir escribiendo que es como últimamente hago las cosas. A pesar de ser madre bloguera, no vengo aquí a hablar del fabuloso padre que es Gorila, porque considero que eso le toca al monillo juzgarlo. Sí, es él al ser mayor quien recapacite, recopile y piense sí le gusta el guía que ha tenido en este largo camino que es la vida, yo por mi parte no me quejo. Creo que es el mejor padre que le podía haber tocado, creo que estaban destinados a conocerse, son tal para cual y yo soy una simple espectadora que le traje al mundo para que se conocieran, que les sigue dando aliento y logística para que sigan creciendo en esa relación tan especial que están viviendo juntos. Con que mi hijo se sienta la mitad de orgullosa que me siento yo de mi padre me conformo, porque él no sé si tendrá suerte, pero yo la he tenido y tremenda.
Para vosotros es el aitona, pero para mí es mi aita, ese del que he heredado su apellido, mi melenón negro de leona, esas patas más bien gordas, esa piel sensible y adictas a rozaduras, esas mil quinientas alergias, esa debilidad por la buena comida y bebida, he heredado su sangre pintxos y esa máquina de escribir Olivetti, con la que se escribieron tanto panfletos en el exilio contra ese dictador que impidió que él pudiera despedirse de ese gran señor que no conocí, y que dicen que era mi aitona. Pero no he heredado su sentido común, su savoir faire, su buen acento al hablar francés, su honestidad, su visión crítica y realista de las situaciones, su gran diplomacia, su facilidad con los números y la economía, su paciencia, su aguante personal y físico (cada día me sorprendes más), su amor incondicional a su nieto, su sentido político, su juicio y sensatez. Ya saben suelen decir que nos solemos quedar con lo mejor de cada casa ;-). Eso sí espero no haber heredado tu terquedad, tus manías y perjuicios con ciertas comidas no categorizables según tu, tu insistencia en cierto temas que sabes que son como son y tus exigencias en el vestuario, tu alergia al sol, etc… Y así es como me gustas con tus defectos y virtudes, porque si te faltaran alguna de ellas, no serías tu, serias otro y no sé si me gustaría, porque saben una de las frases que más me gusta es cuando me dicen “eres como tu puñetero padre”.