MALOS TIEMPOS PARA LA LÍRICA

He estado un mes largo, ausente de mi vida como madre bloguera, un mes duro donde los hayas por varios asuntos personales. Pero si hay uno que me ha sido francamente difícil de lidiar, ese ha sido el relativo al monillo y su estado. Sí señores estado, estado que no se definir como rabietas,  enfados, rechazos, chantaje y pocas ganas de colaboración materno-filial.

Sí señores, he estado a puntido de ir al registro y decir eso de “Les devuelvo el título de madre”,  dimito, no puedo, me supera (ah  claro! que se creen, que no se tienen esas sensaciones, pues yo sí) y a punto he estado de sacar del baúl de los recuerdos los pantalones vaqueros de la juventud, entregarme a la vida loca de fines de semana interminables de vida social y disfrute. Pero entonces pasaba por su habitación, miraba a la fiera en su momento de sueño y   apaciguamiento, y volvía a mi cuerpo ese azúcar glaseado maternal, que vende a kilos mi amiga la rubia.

El caso es que esta semanas y en concreto hoy, estoy ya que trino, que supuro y que emano hostilidad por los poros de mi piel, porque a pesar de mis intentos varios (tabla de recompensa, actitud de madres pasota, madre entregada y complaciente, estricta y exigente…) no consigo nada porque es luchar contra un marea que tiene aliado, sí señores, el gorila es el  patrón manda-más de la embarcación que el monillo maneja, a pesar de su negativa.  Hoy lo digo y escribo desde la rabia incontenida de una madre que ha visto como la semana pasada, bajo la mano compinche del aitona, mi hijo era agasajado con una batería. Y hoy sufro la torta indecente, de madre vapuleada, al ver como mi hijo recibe una señora bicicleta, otra idea de su padre esta vez sufragada por la amama (es decir la abuela materna). ¿Y yo? ¿ Yo quién soy? Quién piensa en mí, en mi opinión, en mi manera de educar, de hacer ver a mi hijo que la vida no es una tómbola de regalos, que caen del cielo a cada petición o antojo.  Como le hago valorar las cosas, pero sobre todo, que fundamento van a tener mis argumentos a su mal comportamiento cuando se le regala todo. Donde hay patrón no manda marinero.

Les explico esto mientras como kilos de chocolate negro, trago un té de mala manera y escucho música rock vasca a toda velocidad. Pueden interpretarlo como quieran, pero no corren buenos tiempos para la lírica.

Los niños pasan por etapas y en eso estamos todos de acuerdo, pero el monillo está en ese periodo donde está formando su carácter, su manera de ser y son épocas malas, no hay que  incentivarle a base de regalos y menos cuando su comportamiento deja mucho que desear. Por supuesto, esto, la parte contraria, es decir el gorila no lo ve, es la parte beneficiada. No es a él quien el monillo le grita “tú no, vete, quiero con aita”, o llora inconsolablemente cuando no está cual paloma herida, o hace continuos desplantes y desafía al límite su paciencia. Sí señores mi hijo reniega de mi y me las está haciendo pasar canutas.

Es más, en mi época (ya sé que ahora corren otros tiempos), la bicicleta era un gran regalo, que había que ganársela,  o por lo menos la recibías en momentos cumbres. Todavía me acuerdo de mi BH roja y de mi primera mountain-bike recibida al regreso de mis campamentos de octavo de EGB por haber sacado el graduado escolar. De acuerdo, llámenme antigua, pero yo lo veo así.

La nota discordante

Me gustaría hablaros más de esta etapa del monillo, pero como madre se me hace duro, muy duro porque he llegado a renegar de él. Ha habido noches o tardes que he llorado de impotencia, de rabia por ver que no hay manera de encarrilar algo, por ver que no soy capaz de templar mis nervios y ceder. Y lo digo en el sentido de ceder esa vena de Rottenmeier que me da, el saber desprenderme del papel de poli malo…pero saben hay cosas por las que no paso. No puedo ver como no respeta ciertas normas, porque tengo esa sensación que si no le pongo límites ahora luego será tarde. A todo esto le sumas, dos charlas con la profesora donde te combina esa sensación de “niño cariñoso y simpático que no sabe contenerse o respetar los límites y está viviendo momento de estrés contenido, reflejado mediante actitudes típicas del momento” .

Claro está que son esponjas y lo absorben todo, veo que en estos tiempo difíciles, él lo nota todo, lo digiere y lo escupe de la misma manera que nos lo ve hacer a nosotros. Terrible círculo vicioso. Así que quiero educarlo lo mejor posible, pero para ello tengo que reeducarme yo y consensuar una educación a dos, sí señores lo más difícil no es ser madre, sino el ser madre con alguien que también quiere ser padre pero a su manera, que quizás no sea la tuya. Y mi hijo lo pilla todo al vuelo, no puedo hablar nada delante de él en ningun idioma que no sea el inglés o francés.

 No hace falta que les diga, que al igual que la batería el conocimiento de la bicicleta vino mediante un wassap gorilero, así que ahora, simplemente rezo con el día en el que en  ese wassap la imagen enviada sea un anillo de diamantes o un bolso de Balenciaga, ya que quizás será señal que en dos días estará en mi casa 😉

*Al igual que con la LOMCE en mi casa horas antes de publicar este post, se tomó la decisión de tener en cuenta mi reivindicación y han aplazado la compra. Eso sí sospecho que al igual que el impresentable de WERT, el gorila en una semana aprueba bicicleta, vamos lo conoceré yo….