Escribo esto, aunque en realidad me gustaría gritarlo hasta desgañitarme, pero hace tiempo una amiga me enseñó que escribir es una buena terapia y en el blog, más, pero eso no significa que lo vaya a publicar. Sé que me siento mal, cabreada, con mal cuerpo, porque he decidido ponerme unos fados de fondo y eso es porque necesito esa sensación agridulce que me produce esa música. Llevo semanas viviendo esa parte agridulce de la maternidad, que a veces me de la sensación que no se pueda hablar o que me quede mal cuerpo por contarlo, pero es que la maternidad tiene esas partes duras, que no hay libro ni teoría que sirva y mientras escribo esto, soporto estoica las palabras de mi hijo diciéndome por enésima vez que no lo hará, y hoy con una frialdad que me asusto le miro y le digo que de acuerdo, pero que no me lo creo y que ahora mismo necesito estar sola y no hablar con él. Duro ehh??? Pues sí pero hoy me siento mala madre, por dentro por fuera, por arriba y por abajo.
Yo sé que sólo tiene tres años, que no va a razonar como un adulto, pero también tengo claro que entiende muchas más cosas de las que creo, y que él sabe de sobra que no actúa correctamente, que se lo he repetido una y mil veces, pero le da igual, porque su reacción de morderme, gritarme y hacerme una pedorreta, no recibe mayor reprimenda, que mi disgusto, mi amenaza desmedida, mi desolación por sentirme la madre más observada del parque, pero sobre todo mi sentimiento de culpa, de pensar porque a mí y no a su padre, en que parte de su camino me ha dejado, en que parada del tren me ha dejado en el andén sin que yo me percate??? Suena tremendista y lo sé, de todos es sabida mi tendencia a la exageración, pero aquellas que sois madres seguro que entendéis que estas cosas duelen, hacen tener una desazón y un mal cuerpo que no hay consuelo que valga.
Hace dos semana que me he cambiado el apodo, soy maría-amenaza, así funciono, triste eh?? Pero es lo único que sirve que, se escapa con el patine, amenazo con quitárselo, que se empieza a comportar mal en el parque, amenaza de irnos, que la lía parda en casa y se pasa conmigo, amenaza de exterminación de pepa pig y ahora es cuando os digo eso de: LO HE PROBADO TODO!!! Ponerme en tono zen explicárselo de tú a tú, tranquilos sin rollos, he intentado ignorarlo, ponerme cual Hitler, no sé algo hago mal y lo sé, pero saben nadie me enseño y lo poco que aprendo me doy cuenta que no siempre funciona y no con todos. Lo de llamar a la supernany va ser que no, estoy gorda no quiero ni pensar cómo puedo dar en cámara, por no decir que paso de andar de traductora de ella y la casa no es nada trendy para que la vea media España(momento delirio peinetero). No hace falta decir que voluntariamente pero sin decírselo al gorila, he dejado de ir a por el monillo muchas veces al cole, me temo su reacción al verme a mí en el dintel de su clase y no su amado padre, temo el momento parque y mis quinientas amenazas o rezos en arameo-vascuence, esas miradas delatadoras de las madres perfectas, a las que en el fondo les tienes compasión.
Hoy he tocado fondo y él lo sabe. Pero hoy me duele en el alma como el fado que canta Mariza, porque hoy la profe le ha felicitado delante de mí, ha recalcado su gran día en el cole, su compañerismo y buen comportamiento en el día de hoy, me ha recalcado que incluso la auxiliar le ha besado sin parar. Pero ella no sabe que como madre en modo negativo yo he registrado cómo: hoy le alabas su buen comportamiento, porque normalmente es un trasto…. En el parque todo ha ido bien hasta que ha llegado ese momento de arrasar con los peques que hacen cola tranquilamente, únicamente le he apartado de buenas maneras para explicarle que no puede pisarles, cuando he recibido el primer mordisco, el grito continuo, la pedorreta-escupido. En ese momento bajo la mirada de varias madres, he intentado sacarlo a medio tirones del parque, para venirnos casa, porque lo único que tengo claro es que ya NO LE VOY A PERMITIR esa actitud conmigo. Por supuesto el camino ha sido largo, duro, arduo compuesto de pataletas, llantos, mocos por doquier, encabronamiento por querer ir en brazo, con sus casi 17 kilos que pesa el cachalote. Ahora vaga por la casa, me mira de reojo, triste porque hoy por primera vez le he dicho eso de, te perdono pero no quiero hablarte en un rato….
Lo quiero con locura y lo sé pero estoy hasta el moño, de los terribles dos, las rabietas, de los incomprensibles tres y a los cuatro que me va a tocar…. Y siempre a mí, porque se libra el padre de todo esto. Hoy no me hago más que preguntarme ¿DONDE ME HE EQUIVOCADO?
Reo y verdugo en época de bonanza
PD: Gracias por leerme y perdón por desahogarme, esta semana tocaba un post mucho más divertido que ya veremos si ve la luz o no…