Alguna vez había escuchado esas historietas de niños que se encaprichaban con algún juguete, cachivache o artilugio y como su rutina diaria se centraba en pasar el día con ello, llegando incluso a dormir con él. Hasta el día de hoy, el monillo no había tenido ningún episodio de estos niveles, salvo alguna noche que se le ha antojado dormir con alguno de sus cochecillos (especialmente el Audi), pero poco más.
Hoy a la tarde su padre le ha comentado que estaba lloviendo, y me supongo que por conexión de ideas, se ha plantado delante del paragüero. Ha sacado un paraguas transparente con lunares (propiedad de la menda), al comunicarle que no era suyo, ha reclamado uno. Así que he aprovechado para darle uno muy graciosos que le compré por internet (maldita la hora en que se me ha ocurrido). Después de abrirlo, (dentro de casa!!! Con el mal fario que me da, soy supersticiosa) y pasearse por media casa, lo ha dejado en un rincón.
Cuando ha regresado del baño nocturno gorilil, pijama puesto para cenar, lo he pillado intentando colocar el dichoso paragüitas en la trona, le he explicado que no necesita sombrilla, se ha enfadado y me ha puesto mirada del tigre.
Después de cenar, cuando hemos comenzado a recoger el salón, ya me he percatado que tenía intenciones de hacerlo todo con el paraguas. Se ha encaminado pasillo abajo hacia el baño y me ha llamado. Y entonces, es cuando se ha dado esa fantástica escena peinetera de la cual, no tengo foto, por no tener manos libres:
Me da con diligencia su paraguas abierto, saca el orinal se sienta y con tono firme me dice que le tape por favor, y al ser posible que yo también me ponga debajo.
Mientras vivo la escena no puedo creer lo que llegamos a hacer por nuestros hijos. A continuación, se levanta del orinal, me quita el paraguas y se larga a su cuarto. Cuando aparezco, me lo encuentro cual damisela, sentado en el cambiador tapadito con su paraguas esperando su ración de jarabe y crema. (Véase foto 2). En ese preciso momento es cuando he empezado a plantearme que tenemos paraguas pa rato señores.
Tras nuestros rituales de besos esquimales, hoy bajo un paraguas de tigre y frases alentadoras para dormir profundos, le he puesto en su cuna y adivinan con qué??? SÍ ¡CON EL PARAGUAS! He conseguido convencerle que mejor se lo dejaba en una esquina de la cuna. Me he reído sin parar, se lo he contado al aitona, que se tronchaba conmigo por teléfono. Y tras esperar un tiempo prudencial he ido a quitar el paraguas.

Versión cuna encapotada
Ahora me voy a dormir, pero me levantaré pronto para poner el paraguas, no quiero que se levante enfadado 😉
PD: Este post va en honor a Marta y Jaio, grandes fans del monillo y ni siquiera lo conocen 🙂